Entrevista a Jesús Marino Pascual: «Ya no hay bodega que se haga sin pensar en el visitante»

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Nacido en Liédena (Navarra) en 1950 y afincado en Logroño desde finales de los años setenta, Jesús Marino Pascual es bien conocido en La Rioja por sus edificios ligados al mundo del vino. Entre otros, el Museo de la Cultura del Vino Dinastía Vivanco (Briones) y las bodegas Darien (Logroño), Antión (Elciego, Álava) e Irius (Barbastro, D.O. Somontano). Suyo es también el proyecto del futuro Centro de la Cultura del Rioja, que se está construyendo actualmente en el casco histórico de Logroño. Su obra ha tenido repercusión internacional, aunque él señala que cuando se trabaja en una ciudad pequeña es más difícil tener eco que cuando se hace en Madrid o Barcelona. A través de la fundación Anatesis, que ha impulsado desde su estudio de arquitectura, ha realizado por primera vez la planimetría de un barrio de bodegas tradicional, el de Quel, y ha presentado el proyecto en una exposición que se acaba de clausurar en Logroño. En esta entrevista, Jesús Marino Pascual se muestra cercano, inquieto y entusiasta.

PREGUNTA ● ¿Cómo empezó su relación arquitectónica con el mundo del vino?

RESPUESTA ● En los años ochenta hicimos la remodelación de la antigua Estación Enológica de Haro y convertimos la mitad en un museíto. Para hacer aquello estuve recorriendo Francia, pensando que allí habría centros culturales relacionados con el vino, en Burdeos o Borgoña, o en Reims, en la zona de Champagne… Y nada, cero. Pero tuve la suerte de que en París había una exposición en el Centro Pompidou que se llamaba «La arquitectura y el vino», y en el Parque de la Villette habían montado otra sobre «La vid y el vino». Aquello me sirvió como guión para enmarcar la Estación Enológica. Luego, en el año 1997, arrancamos con el proyecto del Museo Vivanco. Fue una suerte que me llegara ese encargo, por todo lo que ha significado después. Para mí, desde luego, y para La Rioja.

P ● ¿Qué supuso para usted el Museo Vivanco?

R ● Tenía una complejidad importante, porque había que integrarlo con la bodega que tenía allí la familia Vivanco, de tintes muy historicistas, y también con Briones y con el medio natural. Y tenía que ser un edificio absolutamente contemporáneo. Con independencia de que el promotor sea privado o público, el arquitecto debe ser un intérprete de las aspiraciones de la sociedad en la que vive. Debe resolver la arquitectura al servicio de la función que debe cumplir, pero de tal manera que su sociedad la entienda como propia. No es lo mismo la sociedad medieval que la del siglo XIX o la de hoy. En la segunda reunión que tuve con Pedro Vivanco, me dijo: «Quiero que todo el mundo pueda disfrutar de esta colección que llevo almacenando desde que acabé la carrera de enología. Pero no te olvides: también tenemos que vender vino». Y aquello fue muy revelador. Luego vino su hijo Santiago Vivanco y le dio mucha coherencia al proyecto museístico. Finalmente el museo fue inaugurado en 2004 (fíjate si pasaron años) e inmediatamente resultó un éxito. El museo supera ampliamente a San Millán de la Cogolla en número de visitantes y de repente todo el mundo descubre que no solo interesa el vino, sino también lo relacionado con la cultura del vino. Y a su vez la cultura del vino ayuda a vender más vino. Eso ha tenido una gran repercusión, porque ya no hay bodega que se haga sin pensar en el visitante. Hay que contarle cómo elaboras los vinos, hay que mostrarlo, y eso implica una nueva autoexigencia, porque tienes que estar a la altura. Lo que llamamos «enoturismo» tiene un desarrollo tremendo y solamente acaba de empezar.

Los barrios de bodegas son un patrimonio totalmente desconocido»

P ● Los barrios de bodegas tradicionales, como el de Quel, que acaba de estudiar, ¿se podrían vincular también al enoturismo?

R ● El estudio del barrio de bodegas de Quel adquiere todo su sentido en esta visión del enoturismo. Si en una región vinícola como La Rioja somos capaces de transmitir a quien nos viene a ver toda la acumulación de conocimiento que hemos adquirido a lo largo de la historia, y la proyectamos hacia el futuro con los recursos actuales, seremos el mejor ejemplo de modernidad. Esto es lo que he querido mostrar con la exposición. Tenemos ahí un patrimonio que es totalmente desconocido y que además expresa la peor cara de La Rioja por su abandono, por su desorden, porque nadie ha querido meterle mano. Dicho de otra manera, nadie se ha atrevido a interpretarlo por la dificultad de su comprensión. Y es un patrimonio que desde luego no tienen en Suráfrica ni en Australia ni en California. Y es la raíz de la gran cultura del vino que hay en La Rioja. Marqués de Riscal, Darien o Antión son solo la punta del iceberg y no se entienden bien si no tenemos detrás todo eso.

P ● ¿Cómo surgió la idea de estudiar en profundidad un barrio de bodegas?

R ● En la radio escuché hablar del barrio de bodegas de Quel a José Luis Gómez Urdañez, historiador y profesor de la Universidad de La Rioja que estaba escribiendo un libro sobre la historia del pueblo. Al día siguiente llamé al alcalde, le hablé de nuestra fundación Anatesis, quedé con él y en seguida llegamos a un acuerdo. Ha sido un trabajo lento. Ningún barrio de bodegas tenía la planimetría hecha. La mayoría de los problemas que generan estos barrios se debe a que no se sabe cómo son. Las bodegas son un vacío que está envuelto por una materia, más o menos rocosa y fuerte, pero que se constituye a su vez en la estructura de todo el conjunto del barrio. De modo que cualquier reforma que un propietario haga en su bodega afecta a la estructura del complejo. Y por lo tanto hay que determinar lo que los propietarios pueden y no pueden hacer. El estudio ha tenido ya un resultado tremendamente fecundo para Quel. Todos los propietarios tienen ya su ficha catastral, con su superficie exacta, por primera vez. Podrían registrar incluso esa propiedad, si un registrador fuera capaz de organizarlo. Muchos propietarios querían tener ahí su merendero, su aseo, su cocinita y sus desagües, y no había ordenanzas que lo regularan. Ahora el Ayuntamiento, con nuestros planos, ha podido introducir en las bodegas instalaciones de agua y saneamiento sin problemas. Además, España ha firmado el año pasado el Convenio Europeo del Paisaje. El paisaje se convierte en un elemento patrimonial de primer orden, y resulta que los barrios de bodegas nos presentan la imagen del peor chabolismo.

P ● ¿Cree que hay posibilidades de recuperarlos algún día?

R ● Estoy convencido de que sí. Cuando sepamos cómo es esa estructura que hace de esqueleto de todo el barrio de bodegas, podremos establecer responsabilidades. Si los propietarios son conscientes de que lo que envuelve su vacío es la estructura común de todos, será muy fácil establecer criterios de responsabilidad. El problema es que ahora no existe ese conocimiento y se producen alteraciones: pavimentaciones inadecuadas, cambios de cursos subterráneos de agua… Gracias a la geofísica hoy podemos llevar a cabo actuaciones que eviten tanto los problemas naturales como los producidos por el hombre. Y estoy convencido de que se hará. Porque es un patrimonio que expresa lo que ha sido nuestra historia, de dónde surge todo este gran impulso de las bodegas en La Rioja.

P ● ¿Qué le gustaría hacer con la fundación Anatesis?

R ● El objetivo de la fundación es analizar temas de interés que tengan que ver con la arquitectura y a los que, por la razón que sea, nadie presta atención. El caso de los barrios de bodegas. Otro ejemplo: hace unos años hubo manifestaciones de gente joven para protestar por las dificultades de acceso a la vivienda. Nosotros hicimos un trabajo para aclarar por qué estaba pasando lo que pasaba. Y lo que pasaba era que del año 1996 al 2006 el precio de la construcción no había subido, se había mantenido el IPC, y sin embargo el precio de la vivienda se había multiplicado por tres. ¿Cómo es posible que un país permita esto? Y nadie contaba las verdaderas claves del problema.

Si todos fuéramos capaces de aportar un poco «al común», la sociedad iría mucho mejor»

P ● ¿La iniciativa de Anatesis se inscribe, entonces, en el ámbito de la «responsabilidad social corporativa»?

R ● Aquí no trabajamos solo para comer, sabemos que podemos decir y hacer algo más. Si todos somos capaces de poner un poco al común, la sociedad iría mucho mejor. Es algo que aprendí de mi padre, que era maestro. Siempre decía: no tenemos que pensar solo en nosotros mismos, siempre hay que dedicarle un poco de tiempo «al común». Lo de «poner al común» lo tengo grabado por eso y para mí es algo obvio. En los años ochenta, la Consejería de Cultura de La Rioja nos encargó un anteproyecto para remodelar el castillo de Aguas Mansas, en Agoncillo. Fue una experiencia fantástica. El castillo estaba arruinado, oculto con casas, se echaban allí basuras… Tuvimos que hacer una demolición selectiva de los edificios adosados, restaurar los lienzos, crear la estructura de los cuerpos interiores… Y convertimos aquel castillo en un edificio contemporáneo, que acoge las dependencias del Ayuntamiento. El caso es que más adelante poco menos que me vi forzado a asumir la presidencia de la Asociación de Amigos de Castillos de La Rioja. Y lo primero que dije fue que no podíamos seguir hablando de castillos sin tener una mínima documentación de cómo estaban. Convoqué a todos los arquitectos que sabía que eran de un pueblo donde había castillo y les pregunté si estaban dispuestos a echar una mano. Y nos juntamos 35 arquitectos, varios historiadores, aparejadores, arqueólogos, para elaborar la base documental de castillos de La Rioja. Seis tomos que después sintetizamos en una publicación que recoge el estado en el que estaban todos los castillos: evolución histórica, valores paisajísticos, fotos aéreas, diagnosis y planimetría de cada uno de ellos. La comunidad autónoma se dio cuenta de que les estábamos haciendo el inventario de castillos de La Rioja y colaboró económicamente con el trabajo y posterior edición del libro. También colaboraron Dinastía Vivanco y el Colegio de Arquitectos, pero nuestro estudio era el que asumía el mayor costo. Entonces decidimos crear una fundación, dedicarle el 10% de nuestros beneficios anuales y buscar patrocinios para seguir haciendo cosas. Este es el origen de Anatesis.

Creo que en dos años el cambio del casco antiguo de Logroño va a ser radical»

P ● El futuro Centro de la Cultura del Rioja, que se está construyendo en estos momentos sobre el solar del antiguo Palacio de los Yanguas, es un proyecto ambicioso. Desde el punto de vista arquitectónico, ¿cuál ha sido para usted el principal reto?

R ● Lo que nos llega del Palacio de los Yanguas es solo un resto. El palacio ocupaba la mitad de la calle Rúa Vieja, que entonces por lo visto era más estrecha. Hubo un momento en el que, por alguna razón que no hemos podido averiguar, demolieron de arriba abajo toda una fachada de sillería con un balcón en esquina fantástico y reconstruyeron el muro de mala manera, cambiando la alineación. Ahora el esquinazo es un ángulo agudo, mientras que originalmente era recto. Lo que queda es el portón. Dentro había un zaguán con un arco campanel precioso, unas tallas encima de los riñones del arco, la viguería tenía una labra muy fina… Pero en el año veintitantos le pegaron otro tajo al palacio e hicieron pisos de vecinos, un edificio de viviendas que posteriormente también fue reformado de manera extemporánea. Y nos encontramos con un desastre tremendo. Tenemos que desmontar todo el interior, piedra a piedra y viga a viga, y llevárnoslo para restaurarlo y poderlo reutilizar para describir el pasado del edificio. La complejidad de este proyecto era que teníamos que actuar sobre un edificio catalogado como patrimonio histórico artístico, que perteneció a la familia más importante de Logroño en el Renacimiento, y además teníamos que hacer un centro cultural contemporáneo en torno al vino, que mueva a los visitantes a recorrer Logroño y se convierta en motor del casco antiguo de la ciudad. Estamos, otra vez, entre la modernidad más absoluta y la recuperación del pasado, y tenemos que utilizar técnicas de construcción medievales junto a la tecnología más avanzada. Yo creo que en dos años el cambio del casco antiguo de Logroño va a ser radical. De hecho, en este momento la mayor concentración de obras que hay en Logroño se da en esta área.

P ● ¿A qué técnicas de construcción se refiere?

R ● Por ejemplo, estamos utilizando el mortero tradicional de cal (arena, cal y agua) para proteger las bodegas subterráneas y la reconstrucción de sillería, de modo que el cemento no afecte negativamente a la piedra, pero también aceros de alta resistencia, vidrios estructurales o la geotermia para reducir drásticamente el consumo energético. También habrá una fachada construida mediante un complejo sistema que representa un botellero, realizado con piezas prefabricadas en las que están incrustados falsos culos de botellas tanto por el exterior como por el interior. En el interior entrará una luz muy difusa a través del cilindro que forman los dos culos unidos, pero la iluminación tendrá sobre todo un efecto muy dinámico en la calle, especialmente de noche. Esa tenue luz va a cambiar de color, se va a mover dentro de la fachada aportando dinamismo al espacio urbano del centro histórico.

P ● ¿Qué opinión le merece Logroño, arquitectónicamente hablando? Una guía de la ciudad dice que cuenta con un rico patrimonio arquitectónico, especialmente de los siglos XIX y XX, hasta el punto de que éste podría ser un aspecto emblemático para su promoción turística.

R ● Creo que en estas últimas décadas la vinculación con el río Ebro ha enriquecido la ciudad sobremanera. La recuperación de las riberas del Ebro le ha dado un salto a Logroño descomunal. Por lo demás, la arquitectura de Logroño es la propia de una ciudad española de provincias, con todos los déficits que tenía el país, en la que de vez en cuando aparecen edificios de interés, incluso con rigor arquitectónico para la época en la que fueron hechos. Pero en una visión de conjunto, no creo que sea una ciudad que expresamente haya que visitar por su arquitectura. Podría haber una ruta de interés arquitectónico, pero habría que explicarla muy bien. No es algo que se aprecie por sí solo. En España, desde los años cincuenta y sesenta ha habido unas camadas de arquitectos muy buenas. En todas las ciudades en estas dos últimas décadas te encuentras algo de verdadero interés arquitectónico. Los arquitectos españoles están muy formados, es una profesión que está muy prestigiada.

Marqués de Riscal es un conjunto de gran belleza»

P ● ¿Qué edificios bodegueros de la Denominación de Origen Rioja le gustan más, al margen de los suyos?

R ● Por ejemplo, Bodegas Olarra, de Ridruejo. Es un edificio que en su momento, los años setenta, fue todo un hito, y al que quizá no se le ha dado la importancia que ha tenido. Olarra apareció como una sorpresa, en una época en la que parecía que las bodegas no eran algo que correspondiera a los arquitectos. El enamoramiento entre el arquitecto y el bodeguero ha venido después, cuando éste ha descubierto que es importante pensar en los visitantes. Olarra es fundamental para entender la arquitectura bodeguera en La Rioja. Juan Alcorta me parece una bodega verdaderamente seria. Regalía de Ollauri, de Javier Arizcuren, está muy bien concebida y su implantación es fantástica. Ysios, de Calatrava, es una bodega de una gran belleza, lo que pasa es que su interior no tiene la impronta propia de un edificio pensado para mover uva y vino. El edificio es una bodega como podría estar destinado a cualquier otro uso. También es inevitable hablar del hotel de Frank Gehry para Marqués de Riscal.

P ● ¿Comparte las críticas que ha recibido por su implantación en el paisaje?

R ● Lo que yo tengo que decir con respecto a Riscal es que es un conjunto de gran belleza. Seguramente mucho de la obra de Frank Gehry es anecdótico, y ésta es una de las obras en que su arquitectura es más anecdótica. Hay una serie de formas con una estructura autónoma que se apoya en un edificio, y que componen un conjunto escultórico fantástico, pero que nada tiene que ver con la funcionalidad. Y a los arquitectos nos cuesta entender que la arquitectura no esté absolutamente implicada en la funcionalidad. Salvo que lo asumas desde una visión puramente escenográfica, como un hito paisajístico.

Aquí se vive La Rioja como si fuera conocida en todo el mundo, pero La Rioja es muy poco conocida»

P ● Algunas críticas acusan al edificio, precisamente, de falta de adecuación al entorno rural en que se encuentra.

R ● Hace quince años hubiera sido inasumible que se pudiera hacer una obra como ésta, que hace competencia a la iglesia de Elciego. Pero el proyecto de Riscal se plantea en un momento en el que la sociedad ya se había abierto mucho con la aparición del Museo Guggenheim. El Guggenheim, desde el punto de vista de la comprensión de lo que es la abstracción, ha tenido una importancia bárbara en España. Nadie niega ahora el Guggenheim. La ciudad de Bilbao no existía y ahora es conocida en todo el mundo. Es decir, que la evolución de la sociedad ha sido tan grande que podemos entender cosas que hace no muchos años eran inconcebibles. Con el efecto Guggenheim llega Riscal. A nadie se le ocurrió ya pensar que aquello podía ser una barbaridad para el entorno. Bueno, ahora yo paso por allí y me gusta verlo. La gente de Elciego está orgullosa. Son actuaciones que a la región no le hacen ningún daño, sino todo lo contrario, le dan un valor adicional. Yo he dado conferencias en Belgrado o en Croacia porque tienen mucho interés en ver cómo se está potenciando el atractivo de La Rioja a través de la arquitectura. Esto antes La Rioja no lo tenía. Aquí se vive La Rioja como si fuera conocida en todo el mundo, pero La Rioja es muy poco conocida. Tú viajas por otros países y a no ser que alguien tenga mucho vínculo con el vino, a La Rioja no la conoce nadie.

P ● En las bodegas que ha proyectado usted, ¿ha colaborado siempre con el equipo enológico?

R ● Claro, es imprescindible, pero lo mismo en una bodega que en una clínica veterinaria. He tenido con un veterinario reuniones de cinco horas para entender cómo funciona una clínica. En las bodegas tenemos que hablar mucho con los propietarios y los enólogos sobre sus objetivos y la funcionalidad de la bodega. Tanto Antión como Irius son artilugios fantásticos desde el punto de vista del funcionamiento. Necesitas saber las dimensiones de las barricas y de los jaulones de las botellas, la producción anual que tienen, cómo elaboran esa producción, si en depósitos de 15.000 litros o de 25.000; todos esos detalles los tienes que saber. Cuando los conoces ya puedes hacer los primeros bocetos que mostrarás al promotor.

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