Entrevista a Luis Valentín: «Rioja no está hecha para vender vino joven a un euro y crianza a dos»

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En 1998, después de trabajar cerca de quince años en Bodegas Palacio, Luis Valentín y Carmen Enciso fundaron la Compañía Bodeguera de Valenciso con el lema «una bodega, una marca, un vino». Su propósito era elaborar un único vino tinto por cosecha, siempre reserva, utilizando exclusivamente uvas de la variedad tempranillo procedentes de viñas viejas. Un único vino destinado al segmento alto del mercado. En estos doce años de vida, Valenciso ha logrado hacerse un nombre entre las bodegas de prestigio de Rioja a fuerza de cuidar mucho su producto y su proyecto, crecer sin prisa y mantenerse fiel a sus principios. El cofundador de Valenciso se licenció en Ciencias Económicas en la Universidad de Deusto y cursó estudios de postgrado en la Facultad de Enología de Burdeos. En esta entrevista, Luis Valentín nos habla de sus vinos y la crisis en Rioja. La conversación se desarrolla en su impoluta bodega, un edificio sobrio y moderno en las afueras de Ollauri (Rioja Alta).

PREGUNTA ● Desde hace poco están comercializando la añada 2005 de Valenciso. ¿Y 2006?

RESPUESTA ● La de 2006 está en parte en botella y en parte lista para embotellar. Aunque ya se podría comercializar como reserva, de acuerdo al reglamento de la Denominación de Origen, nosotros nos guiamos más por aquella idea clásica de «los quintos años». Para cierto tipo de público, respetar esa idea en vez de ceñirse a los tiempos mínimos reglamentarios de envejecimiento constituye un valor añadido.

P ● La bodega nació con el propósito de elaborar un único vino por añada, tinto y reserva. Ahora elaboran también una pequeña cantidad de blanco…

R ● Decimos «una bodega, una marca, un vino» y sigue siendo cierto, porque del tinto hacemos 100.000 botellas, mientras que de blanco el año pasado hicimos poco más de mil y este año hemos hecho dos mil. A nosotros nos gusta mucho el blanco, como consumidores. En 2008 encontramos en la zona de Villalba una viña muy vieja, con cepas cuyos pulgares me llegan por encima del hombro. Y esa viña, que tiene tempranillo sobre todo, tenía también una parte de viura y de garnacha blanca. Decidimos aprovechar la oportunidad para elaborar un blanco. Queríamos hacer algo distinto, casi pensado para nosotros, y decidimos fermentar y envejecer el vino en barricas de roble del Cáucaso, porque había oído que en la zona de Burdeos algunos de los mejores blancos se están inclinando por el roble del Cáucaso frente al roble francés. Pero no roble nuevo, sino mayoritariamente usado. Superada la dificultad de encontrar barricas de este tipo de roble que hubieran tenido vino blanco, lanzamos nuestro vino. En 2009 conseguimos una viña parecida y hemos aumentado un poquito la producción.

P ● ¿Qué características tiene este blanco, y qué pretenden lograr con él?

R ● Queríamos algo distinto, y lo es. Estamos muy contentos con el resultado. Es un vino un poco austero, pero con unos matices aromáticos muy distintos a los blancos habituales de aquí. Nos dicen muchos que no parece un Rioja. Tiene una acidez alta, pero al mismo tiempo en boca es muy goloso una vez que se abre. Tengo que suponer que esa mezcla de viura y garnacha de cepas viejas (en un porcentaje del setenta y el treinta por cierto, respectivamente), unida al roble del Cáucaso, le da un punto diferente. Nuestra idea es poner las bases para ir creciendo en el mercado con un precio razonable, porque el consumo de blanco está aumentando. No obstante, este blanco sigue siendo para nosotros un producto completamente marginal. También tengo la ilusión de hacer algún día un vino joven.

P ● Su idea original de elaborar un único vino de gama alta, ¿sigue siendo viable en el mercado actual? ¿Se plantean diversificar la producción?

R ● Esa es la gran pregunta. Hay muchas bodegas de este segmento que han lanzado unas marcas un poco más económicas. Nosotros le hemos dado vueltas porque estamos sufriendo la crisis, como todos, aunque razonablemente bien, ya que tuvimos el acierto de no endeudarnos mucho. Lo que hemos perdido en el mercado de la hostelería nacional lo hemos recuperado en la exportación y en las ventas a vinotecas (parece que es cierto que la gente sale menos pero compra buen vino para casa). Nuestro objetivo es intentar por todos los medios mantener esa estrategia. Somos una bodega pequeña y no tenemos el mercado saturado, todavía podemos llegar a muchos sitios en los que no estamos. Este año hemos estado trazando un plan para incrementar nuestra distribución, tanto en el mercado nacional como en la exportación.

P ● ¿El proyecto de hacer un vino joven iba también en esa línea de respuesta a la crisis?

R ● No, es independiente de la crisis. Siempre recuerdo con mucho cariño el Milflores de Bodegas Palacio, que «inventamos» nosotros en el año 1990 y que llamó mucho la atención, primero por la presentación tan novedosa, con la botella serigrafiada, y segundo por el propio estilo, muy distinto a lo que eran entonces los vinos del año. Con el Milflores queríamos hacer un vino de «estilo Beaujolais», un vino mucho más floral, más amable, pero muy largo al mismo tiempo. Hay veces que en verano apetece un vino de esas características para tomar con un aperitivo. Así que llevamos unos años con esta idea, pero en todo caso seguiría siendo una producción totalmente marginal respecto al Valenciso reserva. Y, si lo llegamos a elaborar algún día, tampoco sería un vino para competir con los vinos del año comunes, iría destinado a ese tipo de público que puede pagar catorce o quince euros en un restaurante por un vino joven.

El tempranillo todavía tiene mucho recorrido que ofrecer en Rioja»

P ● ¿Se ha planteado utilizar pequeñas cantidades de otras uvas para obtener vinos distintos?

R ● De las variedades de aquí, la que más me gusta es el tempranillo. El graciano me gusta, hay grandes gracianos, pero se da mal, por eso hay tan poco. Nosotros tenemos una pequeña parcela en Haro y no todos los años conseguimos la maduración… De todos modos, el graciano no tiene, en ningún caso, la sutilidad del tempranillo. Creo que el tempranillo todavía tiene mucho recorrido que ofrecer aquí. Nos parece que desde los años ochenta hemos hecho todo lo que teníamos que hacer respecto al tempranillo, pero no estoy nada seguro de que sea así.

P ● Elaboran unas 100.000 botellas al año. ¿El objetivo a medio plazo es mantener esta producción, o aumentarla?

R ● Esta bodega tiene la capacidad de hacer 150.000 botellas, y esperamos poder alcanzarla, con la misma pausa con la que hemos llegado a las cifras actuales. Despacio, manteniendo la calidad y los precios.

P ● Cultivan el 80% de los viñedos de los que se abastecen. ¿En qué términos se encuentran?

R ● Tenemos contratos de alquiler de entre 15 y 20 años. Pagamos un alquiler anual a los propietarios, cultivamos la viña y ellos se desentienden por completo. Eso nos ha permitido optar a viñedos muy interesantes en esta zona, próximos a la bodega. Está todo en Briones, Ollauri, Rodezno, Haro y Villalba.

Hacia la viticultura ecológica

P ● ¿Y el 20% restante?

R ● Es uva que adquirimos también en esta zona. Nos han ofrecido muchas cosas, pero tienen que ser parcelas que nosotros podamos ver y controlar, en las que los viticultores hagan lo que les pidamos. Trabajamos las viñas desde hace cinco años con Julián Palacios, y una vez que inicia la campaña realizamos prácticamente visitas semanales a todas las parcelas. Además, con él las hemos puesto en producción integrada, y hemos iniciado el camino para tenerlas en viticultura ecológica.

P ● ¿Quieren llegar a etiquetar un vino como ecológico?

R ● Tengo dudas sobre la conveniencia de utilizar el cultivo ecológico como argumento comercial. Ahora estamos en producción integrada, que aquí no está reconocida, mientras que en Francia sí que tiene un sello específico. Lo de la viticultura ecológica lo queremos hacer por dos razones. Primero, por el convencimiento de que tenemos que cuidar todo, y segundo para que los procesos del vino sean mejores. Aunque, si te soy sincero, en nuestro caso es más por el primer motivo. Es verdad que hay una tendencia en los mercados exteriores (sobre todo Estados Unidos, Alemania y Escandinavia) hacia el consumo de vinos ecológicos. Pero no me quiero complicar con reglamentaciones. La cumpliremos, pero no tengo pensado meterme en los trámites necesarios para obtener sellos.

Creo que reducir los rendimientos de la uva ha sido una decisión buena, aunque no sé si tomada a tiempo y de la mejor manera»

P ● En un artículo del año 2009 abogaba por una reducción de los rendimientos de producción de uva como posible remedio a la crisis. El Consejo Regulador ha adoptado, efectivamente, esta medida. ¿Se ha sentido escuchado?

R ● No, la medida que yo sugerí fue para la campaña anterior, cuando se veía venir el desastre de la uva. Si el precio del vino a granel cae un cuarenta o un cincuenta por ciento en unos meses, te puedes imaginar lo que va a ocurrir con la uva. Me fijé en lo que estaban haciendo en Champagne, que es una denominación muy disciplinada y, evidentemente, muy exitosa. Ya querríamos que los agricultores de aquí tuvieran unos rendimientos de 14.000, 15.000 o 18.000 kilos y cobrasen el kilo a tres euros y medio… Además, Champagne tiene una estructura relativamente parecida a Rioja, en el sentido de que la mayor parte del viñedo no pertenece a las bodegas. Ellos establecen los rendimientos en función de las previsiones comerciales, y reaccionan con rapidez. En 2009, Champagne tuvo un recorte de rendimientos muy severo. Pero no es lo mismo que aquí, claro está. Ellos cuentan con un margen de beneficio mucho mayor, que puede permitir a un viticultor pasar de muy rico a rico, mientras que aquí a lo mejor supone pasar de estar bien a perder dinero. Lo que escribí es que podíamos intentar pilotar la crisis o ser simples pasajeros, y lo digo todavía. En su momento no se hizo nada y, ante el descalabro de la campaña pasada, este año sí se ha decidido recortar. Creo que ha sido una decisión buena, aunque no sé si tomada a tiempo y de la mejor manera.

P ● El Consejo Regulador ha anunciado que en 2010 se ha alcanzado un récord histórico de exportación y de venta de vino criado en barrica (crianza, reserva y gran reserva). ¿Se puede decir que Rioja ha salido ya de la crisis, o esas cifras se han logrado a costa de reducir mucho los precios de venta?

R ● El aspecto negativo es que se han reducido los precios, eso es evidente, lo cual no resulta tan meritorio como salir de la crisis manteniendo los precios. El aspecto positivo es que hemos vendido más, porque hay otras denominaciones de origen en España que han bajado los precios y han vendido menos. Esto muestra la fuerza de reacción de Rioja. Dicho lo cual, bajar los precios no es la solución a largo plazo, porque esta Denominación no está hecha para vender vino joven a un euro y crianza a dos. No hay más que darse un paseo por las carreteras de Rioja y ver las inversiones que se han hecho, las bodegas, el saber hacer, cómo se cuidan los viñedos… La relación calidad-precio de Rioja ya era imbatible. Siempre he dicho que un crianza medio de Rioja tiene una de las mejores relaciones calidad-precio del mundo.

Intentar hacer cabernet con tempranillo en Rioja es imposible»

P ● En alguna ocasión ha declarado que ni el color ni la estructura son su prioridad a la hora de hacer vino, en alusión a la moda actual. ¿Cuál sería, entonces? ¿La elegancia?

R ● La elegancia del tempranillo y un ideal que yo llamo «volumen aromático». Nuestro vino tiene color y estructura, pero no es un vino macizo. No hemos buscado intencionadamente que el color sea intenso. Es decir, no cultivamos ni elaboramos para obtener esos vinos de corte moderno casi masticables. Primero por nuestro gusto personal, y segundo porque creo que intentar hacer cabernet con tempranillo en La Rioja es imposible. No estoy seguro de que esos vinos aquí vayan a envejecer tan bien como los otros, y tampoco creo que los tostados intensos de barrica sean lo ideal para los vinos de esta zona. Lo de aquí no es cabernet, ni tempranillo de la Ribera del Duero o de Toro; es otra cosa mucho más delicada.

P ● Muchas bodegas españolas se han plegado a esa moda, algo entendible por razones de supervivencia económica. ¿Está empobreciendo la cultura del vino, su diversidad? ¿Pasará?

R ● Creo que la tendencia ya está cambiando un poco. Viajamos mucho, hacemos muchísimas catas, y cada vez encontramos más gente a la que no le gusta ese estilo de vinos. Los artículos que dedicó el año pasado el crítico del New York Times, Eric Asimov, a los vinos de López de Heredia, clásicos entre los clásicos, son significativos. Y no es el único. Ha sido muy bueno que Robert Parker haya dejado la valoración de los vinos españoles en manos de Jay Miller, porque con Parker era impensable que nuestros vinos obtuvieran las puntuaciones que están consiguiendo ahora en su revista. Hay una cierta vuelta atrás, un movimiento pendular. Nos fuimos a los vinos masticables, con los máximos porcentajes de roble nuevo, mucha extracción, mucho alcohol, lo que algunos americanos llaman ahora sugar wines y yo denomino «vinos mermelada». Son vinos perfectamente respetables, pero creo que la tendencia está cambiando. Y una de las ventajas de Rioja es que desde los años noventa hasta aquí hay mucha diversidad. En otras zonas todos los vinos están en esa línea moderna y las catas son más uniformes. Uno de los grandes aciertos estratégicos de Rioja ha sido mantener las variedades que teníamos. Creo que hay que trabajar con las variedades locales: pueden gustar más o menos, pero siempre van a dar vinos distintos.

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