Alfaro

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Alfaro. © Michel Lagarde.

Alfaro, con siete bodegas comerciales y unas 4.200 hectáreas de viñedo, es uno de los principales municipios vitivinícolas de la Rioja Oriental, antes denominada Rioja Baja. Es también uno de los municipios riojanos con orígenes documentados más antiguos. Sin embargo, su interés turístico se centra a día de hoy en la espectacular Colegiata de San Miguel (siglos XVI-XVII), el templo más grande de La Rioja, y en los Sotos del Ebro, declarados Reserva Natural por el Gobierno autonómico en el año 2001. Alfaro posee otros monumentos dignos de mención, pero numerosas edificaciones modernas de factura vulgar afean su casco urbano y restan atractivo al conjunto.

Se conservan algunos vestigios de la antigua Graccurris romana, fundada por Tiberio Sempronio Gracco en el siglo II antes de Cristo, tras derrotar a los celtíberos de la zona. De esa época destacan las ruinas del Ninfeo, un lugar de culto a las ninfas del río Alhama, situado en las afueras de la localidad.

Felipe IV dispensó a Alfaro el rango de ciudad en 1629. El periodo de mayor prosperidad del municipio corresponde a los siglos XVII y XVIII, época de la cual datan diversas casas de familias nobles. Del siglo XVII son también los conventos de San Francisco y de la Inmaculada Concepción, construidos en ladrillo macizo, al igual que la Colegiata de San Miguel. Este templo, de estilo barroco aragonés, fue declarado monumento nacional en 1976. Frente a él se encuentran la Oficina de Turismo municipal y el Centro de Interpretación de los Sotos del Ebro, que se puede visitar de manera gratuita.



Al margen de su valor artístico, la Colegiata es célebre por su colonia de cigüeñas blancas, que constituye la mayor concentración mundial de estas aves en un solo edificio. Se han llegado a contabilizar 130 nidos, que pueden acoger a más de 500 ejemplares. La proliferación de las aves se explica por la proximidad del Ebro, los cultivos de regadío de la zona y la amplitud de la cubierta del templo, cuyos pináculos y repisas resultan idóneos para la creación de nidos.

Puede sorprender que la Administración regional y la local hayan promocionado a estas cigüeñas como reclamo turístico, mientras que otros municipios españoles han puesto en marcha medidas para que regresen a sus hábitats naturales. El peso de los nidos y el efecto corrosivo de los excrementos producen daños de diversa naturaleza en los edificios y el mobiliario urbano, por lo que algunas localidades han llegado a considerar a las cigüeñas como plaga.

DISTANCIAS:
A 70 kilómetros de Logroño, 34 km de Arnedo, 24 km de Calahorra y 14 km de Aldeanueva de Ebro.

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