Calahorra

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Calahorra. © Guillermo Arellano.

Calahorra es el municipio de La Rioja con más habitantes después de Logroño, y, si atendemos a su ilustre pasado romano y a la antigüedad e influencia de su sede episcopal, tal vez el de mayor abolengo.

Situado a orillas del río Cidacos, en las proximidades de su desembocadura en el Ebro, el lugar estuvo poblado al menos desde la Edad de Hierro. Con posterioridad existió un asentamiento ibérico, Calagoricos, que los romanos conquistaron en el siglo II a.C. A lo largo de las centurias posteriores lo convirtieron en una auténtica ciudad del imperio: Calagurris Iulia Nassica. Como tal, obtuvo para sus habitantes la consideración de ciudadanos romanos de pleno derecho, acuñó moneda, y dispuso de administración de justicia, centros docentes, teatro, termas y circo.

En el siglo V la ciudad contaba ya con un obispo, y durante toda la Edad Media desempeñó un papel muy destacado como sede episcopal. En el siglo VIII Calahorra fue conquistada por los árabes, quienes la habitaron durante varios siglos. Tras la reconquista cristiana pasó a formar parte de los reinos de Navarra, primero, y Castilla, después, y poseyó un próspero barrio judío, gracias al cual hoy pertenece a la Red de Juderías de España.

Por desgracia, de este rico pasado histórico es mucho más lo que se ha perdido que lo que se conserva. De la Calahorra antigua, romana y medieval apenas quedan restos, y el casco viejo del municipio, repleto de construcciones modernas muy vulgares, no posee los valores estéticos de los mejores conjuntos monumentales.

Aparte de algunas ruinas y piezas romanas custodiadas en el Museo Municipal, el patrimonio artístico de la localidad se concentra en un conjunto de edificios religiosos entre los que destaca la Catedral de Santa María, del siglo XV, construida en piedra de sillería sobre un templo románico anterior. Merece la pena visitar el claustro gótico, la capilla de San Pedro, la sacristía y el interior en su conjunto. En el exterior destacan la puerta de San Jerónimo, de estilo plateresco, la fachada principal y la torre.

Junto a la catedral se encuentra el Palacio Episcopal, del siglo XVI, sin más ornamento exterior que un escudo en la fachada. Al otro lado del río, apartado del núcleo poblacional, está el Santuario de Nuestra Señora del Carmen, del siglo XVII, una construcción de ladrillo y mampostería, humilde pero de bonita traza, restaurada en el XIX. Poseen también elementos valiosos la iglesia de San Andrés y el monasterio de San José. Entre los restantes monumentos locales figuran la iglesia de San Francisco, la iglesia de Santiago, el arco romano del Planillo y la Fuente de los Trece Caños (1872).

La Calle de Bellavista ofrece una amplia panorámica de la vega del Cidacos, aunque probablemente menos bella de lo que fue en épocas pasadas. En primer término, cultivos, invernaderos, naves industriales y vías del ferrocarril conforman el paisaje.

DISTANCIAS:
A 48 kilómetros de Logroño y 16 km de Arnedo.

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