Arnedillo

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Arnedillo no es un municipio vitivinícola, a pesar de que pertenece a la Rioja Oriental, la antigua Rioja Baja de la Denominación de Origen Calificada Rioja. Su accidentada orografía dificulta la agricultura y apenas posee cultivos de vid. En cambio, cuenta con otros atractivos que lo convierten en una localidad de referencia en el ámbito del turismo riojano.

Quienes se acerquen a ella no deben dejarse engañar por la fealdad de la Avenida del Cidacos, una de esas falsas calles que forman las carreteras a su paso por un núcleo urbano. El meollo del pueblo se encuentra más abajo, a orillas del río Cidacos, encajonado entre las montañas de la Sierra de la Hez. Un conjunto pintoresco de viviendas encaladas, que se distribuyen en el fondo del valle y en la pendiente de su declive natural, a distintas alturas comunicadas por una maraña de callejas estrechas y empinadas.

Tienen encanto la Calle del Medio y la Calle Amancio González, con una fuente y un lavadero tradicional cubierto, que se abre a la vía pública mediante una galería de arcos de ladrillo y se sustenta sobre sencillas vigas de madera. Muy cerca está la iglesia de San Servando y San Germán, de sillería, mampostería y ladrillo, edificada en el siglo XVI. En el exterior tiene unos soportales con bóvedas de crucería estrellada, y en el interior un órgano del siglo XVIII.



Cruzando un bonito puente del siglo XVI, de un solo ojo, se llega a los restos del castillo, una torre y un muro que pueden datar del siglo XIII y que pertenecieron a los obispos de Calahorra. Un poco más arriba se encuentra la ermita de San Andrés y San Blas, que alberga un pequeño retablo rococó. Si se está en forma, merece la pena seguir el sendero ascendente que pasa por delante. Conduce al antiguo nevero de la villa, de ocho metros de profundidad y cuatro de diámetro, y a otras dos ermitas: la de San Miguel, de mampostería muy rústica, y la de Nuestra Señora de Peñalba, mozárabe, cuyos orígenes se remontan al siglo X y que es el único vestigio de un poblado que hubo en el lugar.

El trayecto no es largo aunque sí de pendiente pronunciada, y permite disfrutar de un agreste paisaje de pinos, olivos, almendros y matorral mediterráneo, con bonitas vistas del pueblo y de las montañas circundantes. En las proximidades del nevero no es difícil presenciar el vuelo de los buitres leonados que habitan en las peñas de la zona, y que pueden ser observados con mayor detenimiento en el Mirador del Buitre, un centro de interpretación provisto de un observatorio muy completo.

Otro de los reclamos de Arnedillo son sus aguas termales. En el propio río Cidacos existen unas pozas o piscinas naturales al aire libre con una temperatura constante de unos 40 grados, en las que es frecuente encontrar bañistas en pleno invierno. No muy lejos se encuentra el balneario de la localidad, con aguas de propiedades medicinales que, a juzgar por algunos vestigios arqueológicos, pudieron ser conocidas y utlizadas ya por los romanos.

El término municipal de Arnedillo incluye varios yacimientos de huellas de dinosaurios y diversas rutas de senderismo, entre las que figura uno de los tramos más atractivos y accesibles de la Vía Verde del Cidacos.

DISTANCIAS:
A 60 kilómetros de Logroño, 28 kilómetros de Calahorra y 10 km de Enciso.

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