Pocos aficionados conocen la existencia de vinos monovarietales de Puesta en Cruz, Estaladiña y Bruñal, uvas minoritarias de Castilla y León. Antes de hablar de ellos conviene que nos pongamos en antecedentes. En 2013, el Instituto Nacional de Investigación Agraria y Alimentaria (INIA) inició un encomiable proyecto para identificar todas las variedades de uva existentes en España. Se trataba de estudiar las colecciones de vid de nuestro país, que todavía resultan enmarañadas y complejas para los propios viticultores. Entre otros motivos, por la existencia de homonimias y sinonimias en diversas regiones productoras. Algunas uvas reciben distintos nombres en distintas zonas, pero también se da el caso contrario: que un mismo nombre se aplica a variedades de uva diferentes.
En el proyecto participaron 25 centros de investigación de las 17 comunidades autónomas españolas, que en algunos casos aprovecharon ese impulso para iniciar proyectos regionales específicos. Los resultados que han ido difundiendo desde entonces son interesantísimos. En 2015, el INIA anunció que había encontrado 200 variedades minoritarias o en peligro de extinción no documentadas hasta ese momento. Castilla y León reunía unas cuantas, y su Instituto Tecnológico Agrario (ITACyL) viene divulgando la singularidad vitícola de comarcas como los Arribes del Duero o la sierra de Francia, olvidadas durante mucho tiempo.
Una cata de variedades minoritarias
Hasta ahora, el ITACyL lo había hecho mediante charlas, jornadas técnicas y alguna cata para profesionales, como la organizada hace dos años en el marco del congreso Duero International Wine Fest. Sin embargo, esta semana ha realizado otra cata (a distancia, por culpa del coronavirus) que ha superado ampliamente la repercusión de sus iniciativas anteriores. Gracias, en parte, a la participación de Sarah Jane Evans y dos de los tres Masters of Wine españoles: Pedro Ballesteros y Almudena Alberca.
Tras estudiar un millar de cepas localizadas en más de 200 parcelas, el ITACyL seleccionó 14 variedades de uva minoritarias con buenas perspectivas enológicas o agronómicas. De esas 14, prácticamente desconocidas y en peligro de extinción, en esta cata ha presentado seis: Puesta en Cruz (la única blanca), Gajo Arroba, Negro Saurí, Cenicienta, Estaladiña y Tinto Jeromo. Todas ellas, salvo la Cenicienta, fueron escogidas también para la cata del Duero International Wine Fest de 2018, por lo que cabe suponer que se van consolidando como las más interesantes para los especialistas (en la cata de 2018 fueron seleccionadas también las variedades Rufete Serrano Blanco, Mandón y Bruñal).
Vinos monovarietales de Puesta en Cruz y Estaladiña
El caso es que dos, al menos, de estas seis variedades singulares cuentan ya con vinos monovarietales en el mercado. La bodega JimbroWorld elabora su vino Jimbro Blanco con uvas de Puesta en Cruz procedentes de viñas viejas ubicadas en el municipio zamorano de Pinilla de Fermoselle. Se puede comprar online en la página web de la propia bodega.
Otra bodega zamorana de los Arribes del Duero, El Hato y el Garabato, ha elegido también la variedad Puesta en Cruz para elaborar dos vinos monovarietales: Ecléctico blanco y Ecléctico blanco con crianza de lías. Se pueden adquirir en su página web o a través de la pequeña distribuidora Vinos de la Barra.
Lo curioso es que esta variedad no parecía destinada a protagonizar vinos monovarietales, a juicio de algunos expertos. Pedro Ballesteros dijo de ella que podía dar juego «como uva de mezcla», y los representantes de la Guía Peñín en la cata tampoco parecieron verle tantas posibilidades como a la Tinto Jeromo, la Estaladiña y otras variedades tintas. Pero hay que tener en cuenta que en una cata no se prueban «variedades», sino muestras de vino concretas, procedentes de parcelas concretas con un proceso de elaboración determinado. Habrá que esperar algunos años para determinar las posibilidades reales de la Puesta en Cruz.
La otra variedad que ha sido utilizada ya para producir vinos monovarietales es la Estaladiña, también denominada «Pan y carne». El consejo regulador de la DO Bierzo la ha incluido entre sus variedades autorizadas, por lo que es de esperar que pronto aumente su cultivo en esa zona. De momento, Bodegas Mengoba elabora con ella su Mengoba Estaladiña, aunque lo comercializa como vino de mesa, sin denominación de origen. Podemos encontrarlo en tiendas online como Bodeboca o Lavinia, con precios en la franja de los 35-39 € y añadas que se remontan a la cosecha 2012.
El caso de la Bruñal
Mención aparte merece la uva Bruñal, que no fue seleccionada para la cata de esta semana pero forma parte de las 14 variedades «rescatadas» por el ITACyL. Bodegas Ribera de Pelazas (DO Arribes) elabora sus vinos «Bruñal» y «Sólo Bruñal» con uvas procedentes de viñas muy antiguas, que apenas producen un kilo de fruta por cepa al año. «Bruñal» se puede encontrar en la tienda online de la bodega por 114 euros. Sólo Bruñal fue elaborado con uvas excepcionales de la cosecha 2010, y antes de salir al mercado envejeció un año en barrica de roble y cuatro años más en botella. La bodega produjo menos de 1.500 unidades, las presentó en una caja de madera de teca y les puso un precio de artículo de lujo: 1.200 euros. Una estrategia de marketing que recuerda a la de Teso La Monja (DO Toro), promocionado el año de su lanzamiento (2012) como «el vino más caro de España».
En otra liga compite Javier Sanz Bruñal, un vino mucho más reciente del conocido bodeguero de Rueda, elaborado con uvas cultivadas en La Seca (Valladolid) y comercializado con la indicación geográfica Vino de la Tierra de Castilla y León. Está disponible en diversas tiendas online (incluida la de Carrefour) y cuesta entre 10 y 12 euros.
Por último, otra bodega de la denominación de origen Arribes del Duero, Pardal y Punto, ubicada en Fermoselle, comercializa un vino monovarietal de bruñal desde finales de 2019. Se llama Sabaria y Punto y de momento está llamando la atención por su etiqueta, premiada en varios concursos por su diseño y características técnicas.