Pocos lo saben, pero el champiñón es el segundo cultivo más importante en La Rioja después de la vid. En 2008 se produjeron en España 133.386 toneladas de champiñón, de las cuales el 54 por ciento (72.210 toneladas) se cultivaron en la comunidad autónoma.
No es de extrañar que la Consejería de Agricultura del Gobierno regional venga prestando una atención destacada a este hongo, el Agaricus bisporus, que por desgracia es un producto alimentario muy perecedero y con un comportamiento muy variable después de la cosecha, que depende en parte de los factores del cultivo.
La Consejería suscribió en abril un acuerdo de colaboración con la Fundación Española del Corazón, que recomienda el consumo de la marca de calidad «Champiñones y setas de La Rioja», y el pasado mes de junio editó un libro que se ocupa, precisamente, de la conservación y la calidad de los champiñones tras la cosecha, uno de los principales retos para la comercialización del hongo.
Según datos de la propia Consejería, el champiñón se destina principalmente a conserva, pero cada vez se comercializa más en fresco. En La Rioja se destina a fresco un 22% de la producción, que se comercializa exclusivamente en España, a causa de su corta duración, mientras que el champiñón en conserva se exporta a diversos países.
El libro publicado hace un mes, obra de la investigadora Ana Simón, analiza los factores que determinan la calidad del champiñón y las principales causas de su deterioro después de la recolección. También se ocupa de la influencia de los factores del cultivo en la calidad del champiñón y de las condiciones poscosecha que afectan a su vida útil.
Pero si usted es un mero aficionado al hongo, ha de saber que constituye uno de los pinchos típicos de la calle Laurel de Logroño, donde lo sirven a la plancha y acompañado de unas gambas en bares tradicionales como El Ángel y El Soriano. No deje de probarlo acompañado de un vino fresco de la tierra.