Muchas personas que visitan La Rioja desconocen qué productos agroalimentarios y artesanos son más propios de la tierra o tienen mayor calidad. Aparte del vino, claro está. Aquí ofrecemos una breve lista de sugerencias para viajeros que quieran llevarse el maletero del coche lleno de vuelta a casa.
Tras la victoria de la selección española en el Mundial de fútbol, su delantero Fernando Llorente podría convertirse en un embajador espontáneo de Rincón de Soto. En una entrevista publicada en El País antes del triunfo, Llorente señalaba que en su pueblo se cultivan unas peras muy ricas. Y, en efecto, las Peras de Rincón de Soto, dulces y consistentes, dan nombre desde 2002 a una denominación de origen protegida, cuyo ámbito de producción se acaba de ampliar de cuatro municipios a nada menos que veintisiete. Es de suponer que la medida tendrá fundamentos económicos bien estudiados, pero se hace un poco raro pensar que a partir de ahora podrán cultivarse «peras de Rincón de Soto» en Hormilla, por ejemplo, que es un pueblecito situado a más de 90 kilómetros del primero. En todo caso, siempre se podrán adquirir las peras en el propio Rincón de Soto o en alguno de los tres municipios colindantes que constituían la denominación de origen hasta ahora: Aldeanueva de Ebro, Alfaro y Calahorra.
También tienen denominación de origen protegida el Aceite de La Rioja (de oliva virgen extra) y, desde hace poco, el Queso Camerano, de leche de cabra, que puede ser fresco, tierno, semicurado o curado. La D.O. Aceite de La Rioja autoriza hasta 13 variedades de oliva distintas y no tiene todavía un perfil muy definido, pero ya existen marcas de indudable calidad y estudios que identifican unas propiedades alimentarias y organolépticas comunes. También es posible adquirir buen aceite de oliva virgen riojano sin denominación de origen, pues existen cooperativas y almazaras en diversos puntos de la región.
El queso denominado «camerano» no procede exclusivamente de la Sierra de Cameros, sino de un conjunto de municipios amplio y variado. Pero es muy recomendable, y para que su degustación tenga todavía más carácter regional se puede acompañar de una buena mermelada de la tierra. El curado marida muy bien, por ejemplo, con la de peras al vino que elabora la empresa Mermeladas de Arnedillo, una de las buenas marcas artesanales riojanas.
Otro producto muy apreciado en La Rioja es el chorizo, cuya versión más asequible triunfa en los supermercados de toda España con la marca Palacios. El chorizo riojano, dulce o picante, con un grosor más fino de lo habitual en la zona central y meridional del país, cuenta con indicación geográfica protegida. Pero también está muy extendida su elaboración artesanal. Hay buenos chorizos y salchichones en Baños de Río Tobía (embutidos Amutio), Alberite (Luis Gil) o Villoslada de Cameros (La Ermita), por citar solo algunos elaboradores artesanales.
Menos conocida, pero muy característica de la tierra, es la morcilla dulce, que además de arroz y azúcar puede llevar canela, pasas, clavo o piñones, entre otros ingredientes. Se puede degustar asada (al horno o a la parrilla) y cruda, como si fuera un postre. Se encuentra con facilidad en charcuterías.
La huerta riojana constituye uno de los puntos fuertes de la región. Su fama es merecida y su repertorio de hortalizas, muy completo. Además de las explotaciones hortofrutícolas de la vega del Ebro, existen infinidad de huertos en los márgenes de los ríos que discurren hacia él desde las sierras del sur de la comunidad, formando siete valles: Alhama-Linares, Cidacos, Jubera, Leza, Iregua, Najerilla y Oja-Tirón. Tierras privilegiadas en las que se cultivan pimientos, espárragos, coliflor (existe la indicación geográfica protegida «Coliflor de Calahorra»), alcachofas, borraja, acelgas, tomates, cardo, guisantes, judía verde, lechuga, pepino, brócoli… y una gran variedad de frutas.
Para adquirir estas hortalizas o degustarlas in situ hay que tener en cuenta, por supuesto, sus fechas naturales de recolección, que varían de un producto a otro. Pero quienes no tengan oportunidad de adquirir estos alimentos frescos pueden hacerse con buenas conservas riojanas, pues esta industria goza de un notable desarrollo en toda la zona y especialmente en la Rioja Baja.
De las hortalizas mencionadas, merece mención especial el pimiento, tan ligado a La Rioja que constituye la principal seña de identidad de platos típicos como el bacalao «a la riojana». El pimiento «najerano», de carne fina y color rojo intenso, es una variedad autóctona amparada por la indicación geográfica «Pimiento Riojano«. Lo ideal es comerlo asado y aliñado con sal, aceite de oliva y ajo.
En el capítulo de dulces, tienen sabor local los fardelejos, típicos de Arnedo y otros municipios próximos de la Rioja Baja. Se trata de un frito de origen árabe, elaborado con hojaldre y almendra, que recomendamos adquirir en los establecimientos especializados de la zona. Las pastelerías y confiterías eran conocidas en La Rioja, por cierto, como «golmajerías», un término que designa también a los artículos que en ellas se venden y que cada vez está más en desuso.
Otros dulces populares a escala regional son los mazapanes de Soto de Cameros, nombre del municipio en el que comenzó su elaboración industrial en el último tercio del siglo XIX. Algunas de las empresas que los producen comercializan también una variedad bañada en chocolate. Pero, si hablamos de cacao, nos gustaría recomendar un producto menos difundido: las tabletas de chocolate de Peñaquel, un pequeño comercio ubicado en la localidad de Quel, a pocos kilómetros de Arnedo. Otra de las buenas marcas artesanas de La Rioja.
Busquen estos productos en comercios de alimentación de calidad, en tiendas de conservas y en fruterías y verdulerías. En La Rioja abundan las tiendas de comestibles familiares, de pequeño tamaño, que en muchos casos son abastecidas directamente por los agricultores y productores de la zona. Una buena alternativa a la rutina de los supermercados.
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