En esta entrevista, Julio Grande Ibarra relativiza la importancia de las Rutas del Vino de España y prevé unos años difíciles para el turismo de interior. Madrileño afincado en La Rioja desde hace más de veinte años, Julio Grande es responsable de la Ruta del Vino de la Rioja Alta, gerente de los planes de dinamización turística de esta región y director de Sepinum, empresa consultora especializada en desarrollo rural.
PREGUNTA ● ¿Qué líneas de trabajo desarrolla Sepinum?
RESPUESTA ● Nos hemos preocupado siempre por el patrimonio, por un lado para que no se pierda y por otro para que pueda tener rentabilidad por medio del turismo. En función de esos criterios, realizamos proyectos de planificación de los espacios rurales. Planificación rural y turística, recuperación del patrimonio, inventario, aspectos etnográficos… Lo que más nos gusta es el trabajo de campo; por filosofía, tratamos siempre de llevar a cabo algunos trabajos de gestión directa. Hay que dedicar un tiempo a ver lo que pasa «en la trinchera», cuál es la situación real, qué problemas tienen los proyectos, por qué salen, por qué no salen… Nosotros hacemos la planificación en el campo. Hay un discurso muy estético sobre el mundo rural y los conceptos de sostenibilidad y biodiversidad, sobre los que todos estamos de acuerdo. Pero hay que trabajar sobre el terreno y ver cómo se pueden llevar a la práctica esas grandes teorías.
P ● ¿Cuáles fueron los orígenes de la Ruta del Vino de la Rioja Alta?
R ● Estábamos llevando a cabo el Plan de Dinamización Turística de la Sonsierra Riojana y Briones, y le hablamos al presidente de esa mancomunidad del proyecto «Rutas del Vino de España», en el que no participaba ningún municipio de la comunidad autónoma riojana y en cambio había entrado la Rioja Alavesa. Nos pareció que convenía estar ahí. Nos pusimos en contacto con Acevin [Asociación Española de Ciudades del Vino] y empezamos a ver cómo funcionan las rutas. Nos pareció que la Sonsierra podía ser un territorio demasiado reducido para crear una ruta y se lo propusimos a otras dos mancomunidades vecinas, la del Oja-Tirón y la de San Asensio, Cenicero y Torremontalbo, cuyos planes de dinamización llevábamos también nosotros. Entonces diseñamos una estrategia común para las tres, con la misma señalización, folletos de diseño semejante… Al principio tuvimos algunos problemas con Acevin, porque su reglamento no permite que exista más de una ruta por denominación de origen y en Rioja ya estaba Rioja Alavesa. Tuvimos que alegar que Rioja Alavesa no es una denominación, y que si sólo puede haber una ruta debería denominarse Ruta del Vino de Rioja, de manera común.
P ● ¿En qué situación se encuentra ahora este proceso?
R ● Ahora estamos en el proceso de obtener la certificación por parte de Acevin. Supongo que la obtendremos hacia finales de año. Pero para nosotros no era una prioridad. Era mucho más importante crear una estructura que permitiera que el turismo del vino pudiera funcionar en nuestra zona a largo plazo. Nos hemos preocupado de adecuar la señalización, hemos realizado diversas acciones de conservación del patrimonio; tenemos un proyecto de protección del paisaje para sistemas de cultivo tradicional; estamos en negociaciones con el Instituto de Patrimonio Español para abrir una línea de trabajo específica sobre bodegas subterráneas… En los próximos dos años queremos hacer un esfuerzo de comunicación para que el público se entere de todo esto. Por otro lado, queremos evitar en lo posible que se produzcan crisis de estructura a corto plazo, como está empezando a suceder en otras iniciativas a causa de la reducción de presupuestos. Por eso nuestro principal objetivo es vertebrar el territorio y poder garantizar la viabilidad a medio y largo plazo. Por último, hay que entender que la realidad de Rioja no es comparable a la mayor parte de las denominaciones de origen de nuestro país: por número de bodegas, volumen de producción y ventas, historia y posicionamiento, por su condición de «calificada»… Esto complica y enlentece algunos procesos pero también genera una serie de ventajas competitivas turísticas particulares, que hacen que el desarrollo de turismo del vino en la Denominación de Origen Rioja tenga también vida propia.
La crisis va a afectar al turismo del vino, pero no es de los segmentos más tocados»
P ● Pero parece que la crisis va a golpear con dureza también al sector vitivinícola, incluida la Denominación de Origen Calificada Rioja.
R ● La situación es complicada en todos los sectores y el mundo del vino no es una excepción. Bajan las ventas, bajan las exportaciones, bajan los pagos, crecen los impagos… una situación compleja incluso en Rioja, que es una denominación de origen muy consolidada. La proxima vendimia sin duda va a ser muy complicada, y esto en una denominación de origen que suele ser referencia para el resto. Pero tampoco es la primera crisis, habrá que competir con calidad, con imaginación y, sobre todo, con más trabajo. Y está abierto el debate de la estrategia de precio. En cuanto al turismo del vino, sin duda la crisis también va a afectar, pero de momento no es de los segmentos más tocados. Esto no quiere decir que las cosas marchen todo lo bien que debieran y habrá que esperar un poco a los datos de la temporada. Mi opinión personal es que mantendremos unos números razonables de visitantes pero caerá de forma significativa el gasto.
P ● ¿Cuáles son las ventajas reales de pertenecer a las Rutas del Vino de España?
R ● La principal para nosotros es poder participar en la promoción internacional que desarrolla Turespaña [Instituto de Turismo de España, dependiente del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio]. Que nos incluya en su portal y en sus acciones de promoción internacional.
P ● En este esquema, ¿dónde quedaría la Rioja Baja, tercera subzona vinícola de la Denominación de Origen Calificada Rioja?
R ● Yo creo que la estrategia de promoción nacional podría hacerse por subdenominaciones, pero la estrategia internacional debería ser por denominaciones, en este caso, Rioja. En Rioja sería muy difícil crear una única ruta, por sus dimensiones y patrimonio.
P ● En estos momentos, ¿cuáles son los objetivos de la Ruta del Vino de la Rioja Alta? ¿Ampliar el territorio más allá de las tres mancomunidades originales? ¿La Ruta incluirá también Logroño?
R ● En principio Logroño queda fuera por el reglamento de las Rutas, que sólo admiten municipios de menos de 100.000 habitantes. Aunque hay una excepción, Jerez, que fue admitido, y nosotros ya hemos hablado con el Ayuntamiento de Logroño y vamos a ver si se puede negociar. Por otra parte, Logroño tiene por sí mismo una gran capacidad de actuación en relación al resto de municipios de la región. Pero sí, uno de los objetivos es ampliar el territorio. Hemos creado una asociación, la Asociación para el Desarrollo de la Rioja Alta, de la que ya forman parte 32 ayuntamientos. En estos momentos estamos trabajando ya con Haro y con sus bodegas, y después del verano empezaremos a trabajar con otros municipios vinícolas de la zona.
Queremos que la gente se dé cuenta de que tiene que trabajar en una estrategia territorial común»
P ● Las bodegas de Haro, muy desarrolladas desde hace años en materia de turismo enológico, ¿ven el incentivo de adscribirse a la Ruta del Vino?
R ● Sobre todo ven el incentivo de pertenecer a la asociación. En el caso de la asociación, el objetivo no es sólo la ruta, sino algo mucho más amplio: posicionamiento rural, estrategia de marketing, investigación y desarrollo, captación de subvenciones… Desde la asociación queremos que la gente se dé cuenta de que tiene que trabajar de forma conjunta, en una estrategia territorial común, con ruta del vino o sin ella. La Ruta sólo es una herramienta más. Tratamos de generar una dinámica en la que los socios quieran colaborar con el vecino para sacar esto adelante. Ésa es la prioridad. La asociación cuenta ya con 50 miembros públicos y privados, más 30 empresas unidas en una agrupación de empresas innovadoras en turismo, de la que forman parte bodegas, hoteles y restaurantes.
P ● En tu opinión, ¿cuáles pueden ser las repercusiones de la crisis económica en el turismo de interior, y concretamente en el rural? Algunos expertos creen que podría verse menos afectado que otros sectores.
R ● Mi opinión es que el sector del turismo rural lo va a pasar mal, porque no ha hecho un replanteamiento del modelo. La crisis nos ha sorprendido con una descompensación entre la oferta y la demanda, con algunos problemas añadidos de oferta ilegal, y con una pérdida de cualificación profesional. El turismo rural trabajó mucho los temas de formación profesional en los primeros tiempos, luego ha habido una relajación total. Cualquiera podía montar cualquier cosa. Y ahora los promotores no terminan de ver lo que hay que hacer. Apenas ha habido, por ejemplo, movimiento de política de precios, y además la flexibilidad del sector es reducida. Son establecimientos muy pequeños con poco margen de maniobra en política de precios en un mercado que los está moviendo continuamente. Esto hace que el turismo rural corra el riesgo de quedarse fuera del mercado por precio y que sea en ocasiones más barato ir a algunos hoteles de cuatro estrellas que a un establecimiento de turismo rural. Lo cual los deja fuera del mercado. No creo que vaya a haber un desplazamiento importante hacia el turismo de interior o rural, sino más bien un desplazamiento hacia el turismo de sol y playa, que es el que tiene mayor capacidad de maniobra para adoptar medidas de crisis. También hay indicios de una mayor utilización de la segunda residencia, que puede cubrir parte de la demanda de turismo de interior. Creo que es necesario especializar el turismo rural un poco más, generar más estructura del producto… En el turismo del vino, por ejemplo, hemos notado una reducción del gasto, pero no tanto del número de visitantes. En cambio, en el turismo tradicional de sierra existen datos preocupantes en diversas regiones.