Entrevista a Benjamín Romeo: «No pretendo hacer vinos para millonarios»

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Benjamín Romeo, antiguo enólogo de Artadi, saltó al panorama vinícola internacional cuando la revista del influyente Robert Parker concedió 100 puntos a su vino Contador, cosecha 2004. El año siguiente volvió a concederle su máxima puntuación. Era la primera vez que un vino español recibía 100 puntos Parker dos años consecutivos. Con el respaldo de la crítica, Benjamín pasó de elaborar vinos en un garaje y criarlos en una cueva a hacerlo en una bodega de última generación construida a su medida. Hoy algunas de sus botellas pueden encontrarse en Internet a 600 euros la unidad. Descendiente de viticultores de San Vicente de la Sonsierra, el éxito no se le ha subido a la cabeza y reivindica sus orígenes. En esta entrevista, Benjamín Romeo, vestido con cazadora de cuero y una gorra de colores, habla de su pueblo y sus ilusiones. La conversación se desarrolla en su despacho, decorado con un cartel de Clint Eastwood en El jinete pálido.

PREGUNTA ● En tu nueva bodega lleváis algunos meses recibiendo visitas.

RESPUESTA ● Sí. Creo que en la bodega es donde mejor se vende el producto. Se está más en petit comité, te miran a la cara, sientes mucho más la realidad… Creo que es interesante poder recibir a visitantes, tratarlos bien. Así vas haciendo marca. Pero tampoco pretendemos recibir autobuses o demasiadas personas. En lo que tengo interés es en que todo el mundo que venga a la bodega se marche satisfecho. Ahora ofrecemos tres paquetes. El más básico, que es el que hacemos normalmente, es una visita de una hora y media, que incluye una cata de un vino blanco y un tinto (suelen ser Predicador los dos). Luego ofrecemos otro paquete que prácticamente dura toda la mañana o toda la tarde, con visita a viñedos, a la bodega y a la cueva del Contador, donde yo empecé. Se catan cuatro vinos: Predicador blanco, Predicador tinto, La Cueva del Contador y La Viña de Andrés Romeo. Y finalmente hacemos un paquete a la carta con gente que tiene un nivel alto y quiere catarlo todo. Se les dedica el día entero y se pueden hacer paseos en globo, rutas de lagares rupestres, almuerzos en el campo… lo que quieran. En esas visitas suelo estar yo. El precio es alto, pero la dedicación es exclusiva y normalmente la gente queda encantada.

P ● ¿Vendéis vino a esos visitantes?

R ● Sí, aunque hay épocas en que no podemos vender porque no tenemos. Ahora hemos estado cinco meses sin poder vender porque nos quedamos sin vino, afortunadamente. Por otro lado me fastidia, porque hay gente que se desplaza hasta aquí desde otras ciudades, se quiere llevar una cajita y me sabe mal no poder ofrecérsela. Este año voy a dejar en stock una cantidad que estime aceptable para poder atender a esas visitas. Lo que no vamos a hacer es vender más de una caja o, en el caso de Contador, dos o tres botellas, porque luego te puedes encontrar con que se especula con ellas y aparecen en un restaurante. Hay que tener respeto a la distribución.

P ● ¿Y qué precio ponéis a esas botellas? ¿El de las tiendas?

R ● No, un poco más barato. Un precio intermedio entre el de distribución y el de tienda. Porque para ponerlo igual que en una tienda lo compras allí… Se trata de que los visitantes puedan decir que han comprado el vino en la bodega y les ha salido un poco más barato.

P ● Estos días va a estar en España Jay Miller, colaborador de Robert Parker. Fue él quien le dio 100 puntos a tu vino Contador dos años consecutivos…

R ● Los vinos españoles desde 2004 los cata Jay Miller. Pero me consta, por la gente que cata con él, que cuando hay un 100 lo quiere catar también Parker. Es normal. El activo de Parker es su fiabilidad. Yo puedo tener un colaborador muy serio, pero cuando me estoy jugando algo importante y lleva mi nombre… al final son «100 puntos Parker». El que realmente hace toda la selección y cata el cien por cien de los vinos es Jay Miller. Cuando ya están seleccionados los de arriba, que en España pueden ser veinte o treinta vinos entre los 98 y los 100 puntos, esos los catan a medias. Imagino que pasará con el resto de países, porque Parker no puede catar todo.

No puedo tener a Parker como referencia a la hora de hacer vino. Hago vino como considero que hay que hacerlo»

P ● ¿Piensas que Parker elige a su equipo de catadores de acuerdo a sus propios gustos? Porque siempre se habla del «gusto Parker», pero en realidad él cuenta con un equipo detrás.

R ● No lo sé, creo que se le da demasiada importancia. Yo, como bodeguero, no tengo a Parker en la cabeza. No me preocupa en absoluto. Cuantos más puntos me dé, mejor, no nos vamos a engañar. Pero no lo puedo tener como referencia a la hora de hacer vino. Yo hago vino como considero que hay que hacerlo. Él tiene sus preferencias, como todo el mundo, e imagino que cogerá a gente que le guste. Ahora bien, yo difiero sobre lo que se dice de los «gustos Parker». Mi vino, por ejemplo, no es el típico vino Parker. Normalmente los vinos Parker son vinos bastante maderizados y con una estructura muy alta. Ahí tienes el ejemplo de Borgoña y Burdeos: Burdeos suele puntuarlo muy bien y Borgoña muy mal. En cambio, todo el mundo dice que mi vino es el más borgoñón que hay en La Rioja. Y a Contador le ha dado dos veces 100 puntos y a mis otros vinos 98 y 99… Lo que sí creo es que todos los vinos que puntúa altos son buenos. Dar 99 o 100 puntos es hilar muy fino: puede depender de si te toca un día con más calor o más frío o con la boca o la nariz de una manera o de otra. Pero si están los vinos ahí arriba es porque algo hay. No voy a decir que hago vinos de 100 puntos, porque sería una estupidez. Pero que hago vinos buenos, eso sí. Ya no sé hacer vinos de otra manera; intento hacerlos lo mejor posible.

P ● A pesar de todo, parece cierto que muchas bodegas han querido crear vinos al gusto de Parker, o a lo que se supone que es su gusto, aunque luego mantengan otra línea más clásica.

R ● Yo no sé qué hacen los demás. Mi trayectoria como Bodega Contador es muy diferente a la de casi todas las bodegas. Mi apuesta fuerte fue cuando saqué el primer vino, el Contador 99, a 14.000 pesetas la botella en bodega. Para un vino nuevo era una apuesta muy fuerte. Eran pocas botellas, sí, pero había que venderlas. Luego, poco a poco, he ido bajando a la tierra. Tengo esos vinos, y prácticamente no he aumentado la producción, pero saqué una línea de mayor volumen, mucho más accesible, que es Predicador. Normalmente las bodegas hacen al revés. Primero crean la bodega, luego tienen que comprar viñas porque no tienen, y luego quieren crear su producto estrella. Yo me he ido acomodando, más que al mercado, a la propia realidad. Cuando saqué Predicador había una gran euforia económica. No lo saqué cuando llegó la crisis: para entonces ya tenía ese producto en el mercado. No pretendo ser un enólogo que hace vinos para millonarios. Yo quiero hacer vino para que disfrute la gente, pero siempre con mi propio estilo y mucha calidad.

Sería una pena que los vinos de estilo clásico se perdieran»

P ● ¿Consideras que a tus vinos les va bien el calificativo de «modernos», de Riojas modernos?

R ● Sí… Hombre, los calificativos nunca te gustan. Vino de autor, vino moderno, vino de alta expresión… Al final es vino bueno, vino de calidad. Hay vinos buenos, vinos menos buenos y vinos malos. Pero coño, algo hay que llamarlos. Mis vinos sí tienen un punto de estilo moderno, más que de estilo clásico, que ya siguen muy pocos. Y me encanta que lo sigan, porque sería una pena que esos vinos se perdieran, aunque hoy nos parezcan muy ligeros o evolucionados… Al final eso ha sido Rioja durante muchos años.

P ● ¿A ti te gustan los Riojas clásicos?

R ● Sí, a mí me gusta todo. Siempre que tengan su autenticidad y su alma, me parece que tiene que haber de todo.

P ● Decía Marcos Eguren que en Rioja hay pequeños terroirs que pueden dar algunos de los vinos más grandes del mundo. Los dos sois de aquí, de la Sonsierra. ¿Tú dirías que esos terroirs están en esta zona?

R ● Hombre, yo creo que de La Rioja lo mejor está aquí.

P ● ¿»Aquí» qué es? ¿San Vicente? ¿La Sonsierra riojana? ¿La Rioja Alavesa y la Sonsierra?

R ● Desde Briñas, que es donde empieza la Sierra de Cantabria, hasta Laguardia para abajo. Yo conozco la Rioja Alavesa muy bien, he estado 15 años en Artadi y he trabajado prácticamente con todos sus pueblos. Y ahora que trabajo aquí, tengo viñedos en Ábalos, en San Vicente, en Labastida, en Briñas y en Briones. Briones está al otro lado del río Ebro pero tiene ciertas parcelas muy interesantes. Yo creo que por aquí está lo mejor. ¿Qué pasa con San Vicente? Que tiene la jurisdicción más larga de todas. Tiene viñedos a altitudes que van desde los 620 metros hasta los 410, y todo en alternancia de valles y altos, valles y altos… Por los valles bajan riachuelos de la montaña hacia el Ebro, son tierras más fértiles, mientras que los altos son tierras más minerales, más calcáreas, más pobres, con menos fondo, más calidad. Al ser una jurisdicción tan larga, con tanta diferenciación de altitud y de terruños, dentro de un mismo pueblo encuentras muchísimos aspectos. Por eso creo que San Vicente tiene un punto especial. Al final todo el mundo acaba aquí, porque todo el mundo quiere participar de lo bueno.

P ● ¿Cuántas hectáreas tienes ahora?

R ● 30 hectáreas. Mías son 18, y 12 alquiladas. La mayor parte de la uva es mía, quitando algunas parcelitas súper interesantes de viejicos de aquí, a los que les compro desde que empecé. Son viñas que producen 1.000 kilos, 400 kilos, pero de algo muy especial. Yo les llevo incluso el cultivo, o lo llevan ellos en plan hobby, porque están jubilados… Este año he vendimiado 80 parcelas. Y cuando tienes tantas parcelas en sitios tan diferentes y con características tan distintas, el juego es mucho más importante. Interpretas cada cosecha de manera diferente, porque tiene que ser así. El trabajo es mayor, pero te diviertes más y el resultado es más interesante.

Voy a sacar un gran reserva que supondrá volver a los orígenes, mantener el estilo más clásico de Rioja»

P ● ¿Ahora elaboras y crías todos tus vinos en la nueva bodega, o sigues utilizando la cueva del Contador?

R ● En la cueva estoy haciendo un gran reserva. Voy a sacar un gran reserva de la añada 2007, que será un poco volver a los orígenes, lo que hablábamos antes de mantener el estilo más clásico. Los vinos míos pueden ser más bien de corte moderno pero no me muevo por eso, me muevo por ilusiones. Si hago algo tiene que ser por convicción, porque me sale del alma, por amor a ese producto y a ese trabajo. En este caso quería dedicar un vino a mi madre, como hice con mi padre, y pensé: voy a hacer un gran reserva y lo voy a criar en la cueva del Contador. También por darle una utilización especial a la cueva, ya que fue donde empecé.

P ● Trabajar en la nueva bodega habrá supuesto un gran cambio…

R ● Sí, la bodega nueva es la puesta en escena de todo lo que he aprendido durante los 25 años que llevo elaborando vino. Y está hecha muy a la carta, conforme a mi manera de trabajar. Está muy personalizada. La herramienta para ejecutar mi estilo de trabajo está plasmada perfectamente. Yo tenía una idea muy madura y el arquitecto la supo interpretar muy bien.

P ● ¿Puedes decirnos algo de él?

R ● Se llama Héctor Herrera y es la primera obra que hizo. Cuando empezamos a trabajar él estaba en la universidad todavía, tenía 24 años recién cumplidos. Me presentó una serie de ideas y vi que entendía a la perfección lo que yo tenía en la cabeza. Sobre todo se da mucho a trabajar en equipo, que es importantísimo. Creo que a la hora de hacer una bodega la parte enológica tiene mucho que decir. Al final tiene que ser una herramienta de trabajo. Si además arquitectónicamente le das un punto interesante, muchísimo mejor. Pero suele pasar al revés, le dan mucha importancia a hacer una construcción «llamativa», por decirlo de alguna manera, y luego como herramienta de elaboración de vino deja mucho que desear. En este caso yo creo que la bodega está muy bien pensada y ejecutada.

P ● El exterior de la bodega tiene paredes de hormigón visto. ¿Lo vais a dejar así?

R ● Sí, el hormigón va visto para que vaya absorbiendo el polvo que lleva el aire. Ese polvo viene de la tierra que está alrededor, con lo cual dentro de unos años la bodega cogerá el mismo tono de la tierra donde está implantada. La idea fue hacer una bodega que se integre totalmente en el alto donde está construida y que se impregne de la tierra.

Tengo en la cabeza hacer un espumoso que se acerque a un champán bueno»

P ● Ahora tienes un nuevo proyecto en Cataluña.

R ● Ya llevamos un par de años. Está en Olesa de Bonesvalls, en el macizo del Garraf. Es una pequeña bodega en la que hago dos vinos, un blanco que se llama Macizo y un espumoso que se llamará Massís. El espumoso se comercializará dentro de tres, cuatro o cinco años, porque queremos que tenga una crianza importante y todavía estamos ensayando. El blanco lo tengo más definido, quiero que sea un vino entre graso y consistente, por un lado, y fresco, frutal y alegre, por otro. Pero el espumoso es más complicado. Llegar a un espumoso como el que tengo en la cabeza, que se arrime a un champán bueno, es complicado.

P ● ¿Será el primero que hagas?

R ● En Artadi ya hacía un espumoso, pero aquí en Rioja, con otras variedades, y era diferente. Mi idea es trabajar con variedades autóctonas. El blanco lo hacemos con charelo, que es la variedad principal, garnacha blanca y malvasía. La malvasía y el charelo son del Garraf, donde tenemos la bodega, y la garnacha la traemos de Tarragona. Por eso somos D.O. Catalunya y no D.O. Penedés. Aunque estamos dentro del Penedés, hemos querido trabajar con la D.O. Catalunya para tener más libertad y poder coger de diferentes zonas las uvas que quiero para llegar a conseguir un producto diferente. Yo siempre me baso en la diferencia, pero no porque quiera ser diferente sino porque el cuerpo me lo pide. Para hacer más de lo mismo, pues coño, ya está hecho. Lo que sí me apetece es crear. En la medida de lo posible, porque crear es mucho decir… Producir vinos diferentes me parece mucho más enriquecedor personalmente y más interesante para el mercado.

La crisis en Rioja según Benjamín Romeo

P ● La DO Calificada Rioja ha estado muy alborotada por la caída del precio de la uva. ¿Tú qué piensas?

R ● Yo estoy un poco fuera, o un bastante… Este año hemos pagado la uva prácticamente al triple de lo que se está hablando. Pero porque son 10.000 o 12.000 kilos de uva y son kilos muy especiales. Aunque pudiese pagarlos a la mitad no lo haría. Cuando eres hijo de agricultor y sabes lo que cuesta producir un kilo de uva de esas características, es otra cuestión. En cuanto a Rioja en general… Ese debate ha existido siempre. Ahora está en boca de todos porque el bajón ha sido importante, pero cuando la subida fue importante no se quejaban. Yo entiendo que los precios de los que se habla son muy bajos, pero también entiendo que las bodegas no venden vino. Estamos pasando por una situación muy mala para todo el mundo. Al final es la ley de la oferta y la demanda.

No puedo hacer vinos para otros y ponerles mi nombre. Eso me parece vender tu alma»

P ● Aparte del proyecto de Cataluña, ¿te gustaría trabajar en alguna otra región vitivinícola?

R ● No, la verdad es que no. Tengo ilusiones para trabajar aquí, proyectos para hacer más cosas aquí. Yo no puedo hacer un vino por teléfono. No puedo ser como esos enólogos que trabajan para veinte o diez o treinta bodegas y pasan el año de aquí para allá… Prefiero centrarme en algo y llevarlo hasta las últimas consecuencias. Creo que mi sitio está aquí, que es donde me muevo como pez en el agua, lo que controlo a la perfección, lo que más me hace vibrar y emocionarme. El proyecto de Cataluña surgió por un amigo que es socio de la bodeguita y me llevó allí. Me enamoró el sitio, que es precioso, y cuando una tierra te llega al alma empieza a surgir el proyecto. Nunca me cierro a nada. Hace poco me ocurrió con una finca cerca de Rioja. Pasé, paré el coche y pensé: estoy viendo ya la viña. Ves el lugar, sus condiciones, y ya estás imaginando poner ahí una viña. Es algo que te viene muy de dentro cuando llevas toda la vida trabajando en la tierra. Pero ya te digo, yo creo que mi sitio está aquí. Si te gusta ser muy pulcro, tener las viñas muy bien cuidadas, la bodega en perfectas condiciones, hacer todas las labores muy bien… hay que estar. Si no estás, por muy buen equipo que tengas, no es lo mismo. Con esto no digo que el día de mañana no pueda hacer algo en otro sitio. Pero lo que sí tengo claro es que lo haría yo mismo, para mí, en mi bodega. Aunque me pongan billetes encima de la mesa no puedo hacer vinos para otros y ponerles mi nombre, que es lo que buscan todos ahora que estás ahí arriba. Eso me parece vender tu alma. Yo estoy más por el hecho de hacer las cosas bien, o lo mejor posible, y sentirlas. Ahora mismo los proyectos, ideas o ilusiones que tengo en la cabeza son más de aquí, son más de La Rioja y más concretamente de San Vicente de la Sonsierra. Porque todavía hay mucho por hacer.

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